Vigo caminó «apretada» junto a su Cristo

Vigo mostró ayer «la imagen de una ciudad que quiere caminar unida, apretada junto a su Cristo», tal como la definió el obispo de la Diócesis, monseñor Luis Quinteiro Fiuza.

Miles de fieles confirmaron un año más que la procesión del Cristo de la Victoria no solo es la manifestación religiosa más multitudinaria de Galicia, sino un fenómeno social refrendado por esa cifra oficial que suele rondar las doscientas mil personas. La cantidad de devotos que honran a la imagen del Cristo es imposible de calcular por el peculiar fenómeno que se ha creado en torno a ella. Desde hace años cobra adeptos la opción de hacer el recorrido de la procesión la víspera e incluso el mismo día, pero a otra hora distinta y, por tanto, sin acompañar al Cristo. Este fenómeno da lugar a pequeñas procesiones durante veinticuatro horas seguidas de gente que, cirio en mano, no quiere o no puede seguir el horario fijado. A este detalle tan especial se suman otros como la asistencia masiva de personas de todas las edades y condiciones que habitualmente no acuden a los ritos religiosos. La mayoría de ellas llevan promesas, casi siempre secretas, o agradecimientos por algún hecho trascendente en su vida.

El primer domingo de agosto es con mucho el día grande de Vigo, cuando se congrega el mayor número de personas en el casco urbano. Tal es la multitud que resulta casi imposible averiguar dónde se encuentra la cabeza y dónde el final. Esto obliga a un despliegue de doscientas personas entre seguridad, limpieza y jardines, y al control y cierre de una docena de calles.

Otro de los detalles que más impresiona es la cantidad de puestos de velas y exvotos situados a lo largo del recorrido, depositados en la colegiata tras la retirada de la imagen del Cristo. Uno de los momentos más emotivos es el paso de la comitiva por la rúa Real, en el Casco Vello. La estrechez del vial obliga a retirar farolas para permitir el paso y a caminar muy despacio, lo que hace que se emplee sobre una hora en apenas doscientos metros.

La ofrenda floral y el himno del Cristo en la Porta do Sol antes de la retirada a la concatedral, es otro de los momentos mágicos y más sobrecogedores de la procesión y también uno de los puntos de más aglomeración.

Fuente: La Voz de Galicia

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