Los guias del Cristo

Aunque a algunos incluso no se los ve, todos son pieza indispensable para que la procesión del Cristo de la Victoria se pueda llevar a cabo cada año. Son los carreros de la Cofradía, los encargados de bajar a la talla de su sitio en la Concatedral, de colocarlo sobre la carroza y de guiarlo junto a la marea humana que le escolta durante el recorrido de la procesión. Un trabajo oscuro pero vital que llevan repitiendo durante muchos años, liderados desde el año pasado por Carlos Borrás.

El momento que gran parte de la ciudad espera se acerca. Restan dos días para que, un año más, el Cristo de la Victoria se pasee por las calles de Vigo mientras la gente le rinde tributo. Algo que no sería posible sin el trabajo de veinte personas, que se encargan de guiar la carroza que lleva al Cristo durante la tarde de cada primer domingo de agosto. Son los carreros de la Cofradía, los responsables de que todo salga a la perfección.

A la cabeza del grupo, por segundo año consecutivo, estará Carlos Borrás, que el pasado año recogió el testigo de su tío Manuel Sanjurjo como Hermano carrero. “Guío el Cristo durante toda la procesión”, señala Borrás, que considera un “honor y una responsabilidad” estar al mando de todo el entramado, que incluye también el laborioso trabajo de descender la imagen en la Iglesia para colocarla en el carro que la transporta.

La experiencia es un grado para él. Llevaba 27 años de los 45 que tiene yendo debajo de la carroza, una trayectoria que comparten la mayoríade sus compañeros, un valor añadido para evitar que surjan problemas, aunque Borrás reconoce que todos los años hay que estar pendientes de miles de detalles y renovando el grupo, como sucedió en 2010 con la incorporación de María Jesús Caride, que se convirtió en la primera mujer en formar parte del grupo de carreros.

“Estoy acostumbrada a trabajar con fuerza, se demuestra que las mujeres también podemos hacerlo”, destaca Caride, asidua desde su infancia a la procesión.

Ella es solo una parte más de la cadena que hace posible el transporte del Cristo de la Victoria, en el que tienen especial importancia los tres carreros que van tapados y no se los ve. “Los que van debajo tienen una labor más oscura pero muy necesaria porque van con el freno, que es manual y hay que templar, si lo dejas suelto estás perdido”, confirma Borrás. Uno de ellos es Alfonso, con una trayectoria de cuarenta años como carrero. “Es una aventura pero todo sea por el Cristo de la Victoria”, señala.

Desde el interior de la carroza, los tres ocupantes van atentos a las instrucciones de Carlos Borrás y su mano derecha, Victorio. “Voy vestido de traje con una vara para ordenarles que arranquen y paren”, explica el Hermano carrero, que a lo largo de sus años en el proceso de ir con la carroza ha acumulado numerosas anécdotas.

“Todos los años hay que mejorar cosas. Por ejemplo, el año pasado tuvimos el problema de una puerta de la Iglesia que solo se abre el día de la procesión y que no éramos capaces de abrirla. Estábamos temblando porque veíamos que no íbamos a ser puntuales para que el Cristo saliera a las 19.30 horas. Otro año no habían subido bien las lámparas y chocaba”, afirma Carlos Borrás.

Aunque el Hermano carrero reconoce que no hay un entrenamiento específico para estar a punto el día de la procesión, él siempre trata de que no se le escape ningún detalle. Por eso, en las semanas previas se le puede ver junto a concejales y técnicos del Concello estudiando el recorrido, en especial la Rúa Real, el principal punto de dificultad.

“A paso normal, es una calle que recorres en tres minutos. En la procesión tardamos una hora y media”, dice Borrás para poner como ejemplo la dificultad que entraña, añadiendo más detalles: “La carroza mide 2,20 metros de ancho y en algunas zonas la calle 2.60, hay poco margen. No hay que olvidar tampoco los balcones, los cables”.

No tiene Borrás reparo en reconocer las mejoras técnicas que se han ido implementando con los años, tras el gran cambio que supuso en 1953 la construcción por parte de La Industriosa, la empresa familiar, de la carroza actual.

“Es muy sencilla pero le vamos incorporando cosas. Por ejemplo, unos ventiladores o unas baterías que nos presta Vitrasa que nos permiten encender los faroles en cuanto anochezca para que se vea mejor y sea todo más bonito. Se van introduciendo mejoras, claro, pero la esencia de la procesión es la misma”, sentencia el Hermano carrero, el líder de un equipo que sostiene una carroza y una talla que pesan más de una tonelada y media. Un grupo de guías inmejorable.

 

 

Fuente: Faro de Vigo

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