La cara femenina de la Cofradía del Cristo

El primer domingo de agosto, la ciudad se vuelca en la expresión religiosa multitudinaria: la procesión del Cristo de la Victoria. Es un día donde cientos de miles de devotos pasan por la Concatedral y acompañan la imagen en su recorrido. Una jornada para la que la directiva de la Cofradía trabaja todo el año. De los doce miembros que la componen, las mujeres están en minoría, solo cuatro, pero con una gran implicación.
Encabezadas por la Hermana Mayor, Marora Martín- Caloto, Mª Carmen Guntín, Magdalena Rodríguez de Robles Gozalo y María Núñez Gallego están unidas por su entrega al Cristo de la Victoria con el que todas mantienen un vínculo muy especial.
Los primeros recuerdos que Marora guarda de la procesión son de su infancia, cuando su abuela la llevaba a ver pasar al Cristo. Nació en la calle García Barbón hace 62 años. Compaginó los últimos diez años su profesión como farmacéutica con ser la cara visible de la Cofradía. “Siempre sentí un gran amor por el Cristo, como me lo trasmitieron en mi familia, pero la devoción surgió después”.
En 1999, el entonces Hermano Mayor, Francisco Castro la llamó para que le ayudase como vicepresidenta. Seis años después la nombraron Hermana Mayor: “Al principio dudé un poco, pero ahora estoy muy satisfecha; este tiempo de trabajo por la Cofradía me ha enriquecido y yo he sido la principal beneficiada”, asegura.
Le resulta difícil elegir un momento especial de la procesión: Cuando el Cristo asoma por la puerta; al pasar por la Rúa Real donde los fieles lo tocan desde los balcones; el encendido de las farolas subiendo Colón y por supuesto la despedida en la Porta do Sol, con la ofrenda floral con todos vestidos con el traje gallego. “Todos son muy emotivos”.
Mª Carmen Guntín lleva 24 años implicada en la Cofradía, “desde que Chaves fue presidente”. Su principal labor consiste en hacer más cofrades: “El Cristo tiene muchos devotos, pero pocos cofrades, alrededor de 2.000, y hacen falta más; es algo que la gente no sabe”.
Bautizada y casada en la Concatedral, la fe en la imagen le viene de su infancia en el Paseo de Alfonso. Con 73 años, tiene hijos, nietos y una bisnieta, es ésta con cinco años la cofrade más joven de la casa. “Tanto los momentos buenos como los malos los he compartido con el Cristo; he venido mucho a pedirle y a darle las gracias”. Reconoce que comparte devoción con la Virgen del Carmen.
Magdalena Rodríguez de Robles Gozalo, con 80 años, se autodenomina “la abuelita” del grupo. Con una familia numerosa, en el momento en que sus hijos se independizaron y falleció su marido, decidió dedicar su tiempo al Cristo. Lleva dos años como secretaria de la Cofradía. Su función consiste en “ayudar a Marora en todo”.
Los primeros recuerdos del Cristo se unen a los de su adolescencia: “Desde que nos poníamos de largo, íbamos a la procesión”. Vecina de la Alameda, destaca la parte religiosa de la fiesta del Cristo “la novena también es muy importante”.

 

 

 

 

Fuente: Atlántico Diario

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