“Con tres años mi abuela ya me llevaba a la procesión del Cristo”

La hermana mayor de la cofradía prepara los actos para conmemorar el próximo año en la concatedral el doscientos aniversario de la celebración religiosa

El secreto de la masiva afluencia de fieles a la procesión del Cristo reside en que no es algo impuesto, sino querido y transmitido de padres a hijos. Lo sabe muy bien la hermana mayor o presidenta de la cofradía, Marora Martín-Caloto.

«Con tres años mi abuela ya me llevaba de la mano; todo lo que se transmite de forma natural es más querido, si no llegas a tener cariño, al menos respeto», explica Marora, quien añade que la fuerza que da la procesión de Vigo solo tiene explicación desde el corazón y el cariño, de ahí que acuda tanta gente de todas las edades, condiciones y estilos.

Sobre la costumbre de algunas personas de hacer el recorrido por libre y a deshora, entiende que la vida es muy compleja y a veces hay problemas para cumplir la promesa el mismo día de la procesión, aunque lo normal es acompañar al Cristo. «El año pasado la gente tenía miedo por las obras y hubo más fieles que hicieron el recorrido a deshora». En la actualidad ya trabaja en la organización de diversos actos para celebrar en el 2010 el doscientos aniversario de la ceremonia religiosa.

Su rincón preferido es la playa de A Fonte y entorno, desde el que se divisan las islas Cíes. Siempre presumió de ellas, desde pequeña, y toda su vida ha estado ligada al mar. Piensa que, mientras la ciudad ha ido cambiando, las Cíes continúan ahí, igual, y al mismo tiempo, distintas, porque cada día ofrecen una imagen diferente.

Su padre era marino de guerra, su familia materna tenía negocios relacionados con el mar y su esposo es también marino de guerra. De hecho, aprendió a conducir en las instalaciones de la Etea (Escuela de Transmisiones y Electrónica de la Armada), donde su padre, Ángel Martín Caloto, impartía clases, tras hacerse doctor en ingeniería electrónica en la Universidad de Stanford de Palo Alto (California). Vivió gran parte de su vida en García Barbón y aún recuerda cuando en casa decían: «vamos a Vigo», cada vez que acudían al centro.

Mar Muerto

Aprendió a nadar (rectifica, a flotar) en la playa de Samil y eso le ha servido de mucho. Sin ir más lejos para mantener el tipo en su reciente inmersión en el Mar Muerto. «Te sentabas en el agua y flotabas, pero podías girar sin querer y quedar boca abajo; ya nos habían advertido».

Acaba de regresar de Jerusalén y aún está impresionada de tantas cosas. De ver diferentes religiones en una misma tierra. De comprobar que el progreso no está reñido con las creencias y que pueden convivir de forma armoniosa. «La razón está para aclarar las cosas de la fe, por eso somos tan optimistas; yo he venido cargada de alegría».

Lo que poca gente sabe de la hermana mayor de la cofradía es que está casada con el que fue concejal de Tráfico durante el mandato de Manuel Pérez, José Ramón Montero, a quien califica como una persona muy recta. Como ejemplo cuenta una anécdota: «Soy una persona prudente, pero en cierta ocasión que me impusieron una multa por exceso de velocidad, cuando el policía vio que él era mi marido, empezó a titubear y él le dijo: adelante, adelante, y me quedé sin carné tres meses».

Fuente:  La Voz de Galicia

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