PREGÓN DEL DOCTOR PEDRO GIL AL CRISTO DE LA VICTORIA 2019

Excmo. Sr. Alcalde, querido anfitrión, y corporación municipal;
Excmo. Sr. Obispo de nuestra Diócesis;
Dignísimas autoridades
Cofradía del Santísimo Cristo de la Victoria de Vigo;
Familia, amigos y amigas.

Verdaderamente hay momentos difíciles en la vida y, como decía D. Miguel de Unamuno, uno de ellos y “el más difícil es aquel en el que quieres decir algo y no encuentras las palabras adecuadas para hacerlo, y esa idea te vuelve al mundo de las sombras”. Algo parecido puede sucederme a mi este día y tengo miedo que el sentimiento me juegue una mala pasada; por eso quiero adelantarme y pediros perdón si esa situación acontece.
El 5 de abril de 2019, camino de Madrid, bajo una intensa y hermosa nevada a la altura de la Gudiña, recibo una llamada: “Soy Marora, habíamos pensado en ti para hacer el Pregón del Cristo de la Victoria”. Quedé sorprendido y no pude dar inmediata contestación. Pero esa invitación me impidió continuar pensando en mi objetivo más próximo, la asistencia al Congreso de Cirugía Taurina. Ya durante todo el viaje y viendo caer la nieve sobre los montes de Orense-Zamora, ¡espectáculo maravilloso!, vino mi decisión.
En aquellos momentos venía a mi mente la última novela de Rodríguez Sampedro (“Sala de espera”); en ella decía “no solo hay que reivindicar siempre el derecho a la palabra, como máxima expresión de nuestra humanidad, pero también, y a esto se falta muchas veces, hay que cumplir con el deber de usarla en pro de la dignidad propia y ajena”. Pues como proclamó magistralmente Martin Luther King “hay una conducta más escandalosa que la de los malvados y es el silencio de los hombres buenos que callan y miran para otro lado, sin protestar por las maldades”. ¿Y no es maldad la ola de anticlericalismo a la que asistimos en los albores del siglo XXI?
Basta asomarnos a la televisión. En numerosas entrevistas hay una pregunta que late en el ambiente ¿Vd es creyente? Y en gran número de contestaciones, y además expresadas como si fuera un mérito o un éxito, se responde: “Yo no creo”…
No podía por tanto perder la oportunidad, y a la vez la obligación, de proclamar delante de una concurrencia tan importante como son todos ustedes, que soy creyente y practicante, y que mi vida se plantea como la de aquel estudiante que debe aprobar la asignatura, debe estudiarla, hacer las prácticas y defenderla ante un tribunal. Sé mi asignatura, AMOR, que debo practicarla todos los días (“que los enfermos y los necesitados me encuentren en su dolor”). Sé que al atardecer de la vida me examinarán, sé también que se me exigirá según los talentos que me han dado y conozco al presidente del tribunal, el Cristo de la Victoria…
Por todo eso quiero agradecer a la junta directiva de la Cofradía del Santo Cristo de la Victoria, en la persona de su Hermana Mayor, Marora Martín-Caloto, el gran honor que supone ser Pregonero del Cristo de la Victoria. Me siento anonadado al conocer las personalidades que por mérito propio (y no por la generosidad de Marora) han ocupado esta Tribuna. Este inmenso honor que agradezco, se hace extensivo a mi familia, y a la Academia Médico-quirúrgica de Galicia de la que soy miembro numerario, ocupando la silla por inscripción territorial de Vigo.
Sin embargo, tengo que reconocer humildemente que, aunque siempre he vivido esta fecha como una jornada festiva, nunca había profundizado en la historia de la Cofradía, de la talla del “Cristo de la Sal” y de la Iglesia de Santa María. Este hecho de hoy ha provocado que me preocupara y me empapara de la interesante y azarosa historia de la talla del Cristo de la Victoria. Mi aproximación a Santa María crece a partir del 20/febrero/1992 cuando diagnostico y trato a D. José Pereira Pérez, devotísimo guardián y difusor de la devoción al Cristo de Vigo; con él entablo una importante y cordial amistad y le acompaño en los últimos meses de enfermedad. Posteriormente en dicha Iglesia de Santa María asisto al enlace matrimonial de mi hija Aurora.
Son muchas y diversas las preguntas que vuestra curiosidad y mi atrevimiento os pueden suscitar: ¿quién soy?, ¿Cuáles son los méritos para ocupar esta tribuna?, ¿Ha sido este el momento oportuno?¿Qué más puedo deciros a vosotros y en vuestro nombre al Cristo de la Victoria?
Reitero que mis méritos no son otros que la generosidad y benevolencia de la dirección de esta Cofradía. Pero si este es momento de hablar, y no “Tiempo de silencio”, como la novela de mi admirado colega Martín Santos, he de deciros que estoy orgulloso de ser vigués de adopción; de la gran suerte de encontrarme a María (gallega), mi mujer. Esto fue decisivo para que en Junio de 1981, me decidiera a venir a Vigo, y en él centrara mi ejercicio profesional. En Vigo vi crecer a mis hijas y posteriormente nacer a mis nietos en el antiguo Almirante Vierna, mi sitio de trabajo y buque insignia de la Sanidad de Vigo.
Quiero desde esta ilustre tribuna, daros una noticia y pregonar desde ella el que el Cristo de la Victoria nos invita a pasear con Él, a que le enseñemos este nuevo Vigo, transformado física, social y económicamente y aprovechar, en el sosiego que proporciona el paseo, para contarle nuestras alegrías y fracasos…Decirle que estamos muy necesitados de su intercesión en momentos tan decisivos por los que atravesamos.
Trabajé y me entregué durante 30 años, en ese recordado Hospital Almirante Vierna, embrión del admirable hospital que es el Cunqueiro. Ahora sí tenemos hospital y profesionales para reclamar la necesaria Facultad de Medicina, que adornaría a nuestra magnífica Universidad de Vigo y ayudaría a la solución de las muchas necesidades sanitarias que nos exigen. Pero a la vez, Cristo de la Victoria, te pedimos que los magníficos avances tecnológicos, necesarios, no menoscabe la que debe ser regla de oro en la asistencia: “ el médico es un hombre que se asoma a otro hombre con el afán de ayudar y ofreciéndole lo que tiene”. Y lo que tiene es: un poco de ciencia y mucha comprensión y mucho cariño.
Nos alarman, Santísimo Cristo, las noticias, que nos informan del trato y cuidados de nuestros mayores, que con inmenso cariño sin escatimar tiempo ni medios, nos han atendido y ahora les pagamos de esta manera. Mueve nuestro corazón e inteligencia para prestarles la ayuda y los cuidados que se merecen.
Ayuda a nuestros jóvenes, desilusionados con el paro y falta de alicientes para continuar caminando. Que no encuentren en el juego, alcohol y otras drogas la forma de llenar su vacío. Que aunque Darwin decía “que los triunfadores no son los más listos e inteligentes sino aquellos que mejor saben adaptarse a las circunstancias”, haz que esta adaptación no sea prescindir de la transcendencia, creer en la fuerza exclusiva y total de la razón, romper con las tradiciones, cultivar solo lo utilitario y el descuido de los cuidados de la Naturaleza y sus normas.
Ayúdalos, Cristo de la Victoria, a cada uno a diseñar su verdadero camino. Porque los caminos hoy son muy diversos y obligan al análisis. ¿Hacia dónde camina el ser humano?, nos preguntamos. Pienso que camina en direcciones diferentes. Muchos seres humanos caminan buscando un mundo mejor, a través de la solidaridad, del cuidado de la naturaleza…Otros caminan hacia el consumismo hasta destruirse atrapados por aquello que consumen. Otros prefieren figurar, aparecer, caminar hacia el glamour que se llevará el viento…y otros casi no caminan y siguen tirados en las cunetas de la vida, por múltiples razones.
Vivimos tiempos inquietos tanto a nivel local como personal. A nivel local, las alarmas saltan: con la fuga de empresas hacia tierras lusitanas y últimamente el desvío de toneladas de pescado a puertos portugueses o la descarga de contenedores en muelles no vigueses. Son toques de atención al corazón de la Ciudad de Vigo, clave para Galicia. Nuestro puerto, nuestro aeropuerto pierden terreno y eso no parece agitar demasiado las iniciativas en este lado del Miño y menos más allá, en la Meseta, donde reside el gobierno. Son desafíos que debemos afrontar con urgencia, porque nadie debe pensar que las “amenazas”, aún entre buenos vecinos vayan a concluir.
En la esfera personal, cabe destacar que la ansiedad es ya una epidemia mundial; y aunque el estrés o la ansiedad es en sí una emoción natural por la que el organismo reacciona defensivamente ante una situación de riesgo, lo que es perjudicial es hallarse en un continuo estado de desasosiego, que nos impide hacer una vida saludable y esto es lo que está sucediendo cada vez más. Las causas pueden ser múltiples, pero probablemente el “riesgo” más extendido, y por tanto el que más estrés genera, es el de no ser aceptado por no responder a los estándares de perfección, belleza, juventud, aptitud y “felicidad” transmitidos por los medios de comunicación y las redes sociales.
La necesidad de obtener constante aprobación (“liker”), de ofrecer ante los otros una imagen ideal, en esta era del consumismo narcisista, no nos deja, literalmente, vivir tranquilos y nos aboca a una aceleración sin fin en pos de un señuelo imposible de alcanzar.
Ahora que vivimos en la revolución digital, la inteligencia artificial, la globalización y la hiperconectividad, el desconectar y dejar de dar importancia al “que dirán” digital y mediático, puede ser el primer paso para reducir la ansiedad.
Y pedir, al mismo tiempo que le hacemos partícipe de nuestra ansiedad al Cristo de la Victoria, que nos ayude a no abrumarnos y a anteponer los seres humanos a las máquinas. Que escuchemos hoy de Él que saltar al mundo digital, al mundo de las máquinas, de la inteligencia artificial y los robots, sin invertir en las personas, es un fracaso.
En el siglo XXI, Santísimo Cristo de Vigo, tenemos el desafío de ayudarnos a caminar hacia un horizonte de humanización con gente de diferentes razas, culturas y religiones… Diles que Tú caminas a su lado, que existen otros valores que llenen su vacío, como son el respeto a la naturaleza y tradiciones, la preocupación por la justicia y la preocupación por los países pobres.
Es bien conocido que el Pregón debe ser “reflejo de la evolución histórica, social, política y económica y espiritual de la ciudad”. Sólo he pretendido aproximarme, por imposibles de cumplir esos objetivos.
Pero antes de terminar me gustaría (ahora, cuando se asoma el irremediable ocaso de mi vida y me encuentro en la recta, más o menos larga de mi sprint final) destacar que es cuando tengo más presentes esas palabras del poeta y místico español, San Juan de la Cruz, y que han sido convertidas en conocida canción: “ al atardecer de la vida, nos examinarán del Amor”. Pongo y escribo Amor con mayúscula porque todo el amor humano no tiene sentido si no es referido a Ti, “Amor de los amores”.
¿Cuánto he amado yo en la vida con la mirada puesta en Ti?, ¿Cuántos denarios me has dado para pedirme su multiplicación? Si se trata de Amor por amor, tengo sin duda mucho más de lo que yo he dado, y a veces eso me da miedo. Santo Cristo. Sé misericordioso con todos nosotros, pues nos enseñaste que debemos pedir, y hacerlo con confianza.
Quiero terminar rogándote, Cristo de la Victoria:
-Que mandes operarios a tus pies, operarios que sean “la sal de la tierra”. Que no cedan a los principios terrenales. Que mantengan la línea de dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
-Que nos digan claramente que no es suficiente con leer el Evangelio; que hay que vivirlo; que Tú, Cristo de la Victoria, nos pides ponerlo en práctica, vivir tus palabras. Que nos enseñen, que la verdadera alegría del Evangelio nace del encuentro Contigo, del compartir y servir a los pobres…
-Te pido por nuestra Ciudad de Vigo. El pueblo vigués es un pueblo emprendedor, trabajador y solidario en la acogida, razón por la que los muchos vigueses de adopción, la hemos elegido como origen y destino.
-Te pido por nuestros gobernantes. Ilumina su inteligencia para que cada uno de ellos acierte en su cometido, conduciendo al pueblo por la senda del progreso intelectual y del bienestar material.
-Ayúdanos a disfrutar de la gente que pasa por nuestra vida. Que nos paremos a hablar con los abuelitos de los parques, con los vagabundos. Que aprendamos de ellos, porque ellos poseen la sabiduría de los desposeídos. Conocemos tu tristeza frente a una sociedad que produce al marginado y después lo segrega.
-Te rogamos por lo que podemos catalogar como la “primera epidemia mundial” que existe en la actualidad; que no son las drogas, ni el sida, ni las depresiones, ni el estrés, sino las rupturas conyugales que llevan consigo el que una gran multitud de niños y niñas no hayan podido construir su mundo afectivo.
-Te ruego por los enfermos y por quienes a ellos les atienden. Ha sido un año de reivindicaciones, ayudándoles a que solucionando sus peticiones, se mejore el servicio que estamos obligados a prestar.
No podría concluir sin repetirles a ustedes que soy creyente y practicante, que me esfuerzo y espero encontrarme Contigo-Cristo de la Victoria cara a cara…Y muchas veces me pregunto ¿Qué me gustaría que me dijera en ese momento? Dos cosas: Has intentado ser un hombre honrado; y la segunda cosa: “pasa, que esto que te espera es aún mejor que Vigo”.
Muchas gracias.

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