Hortensia y Aurelia, dos hadas madrinas para el Cristo

Los trajes, los candelabros, las tulipas, el cátering y hasta las invitaciones pasan por el control de Hortensia da Barca (60 años), que desde 1973 está al frente de la secretaría de la Cofradía del Cristo de la Victoria. Casi desde que empezó estuvo asistida por Aurelia Martínez (80 años), vecina de Cabral, que contribuye a que todo esté listo para el gran día.
“Soy muy devota del Cristo, cada vez más, pero la procesión la hago otro día, en soledad y a mi ritmo; el domingo tengo demasiadas cosas que hacer”, confiesa Hortensia, quien empieza con los preparativos de la procesión en junio.
Lo primero son las invitaciones. Envía cerca de 200 a autoridades, cofrades y fieles de la parroquia para asistir tanto al pregón, como a las celebraciones religiosas.
Lo más laborioso es la revisión de los trajes. Guardados durante todo el año en un armario, con varios días de antelación se sacan, se comprueba su estado y se planchan. Visten a los dieciséis cofrades que llevan el carro (los cuatro debajo de la imagen y doce rodeándola) y a los cinco niños que portan los faroles, abriendo la comitiva. La indumentaria se compone por un peto, un cíngulo (un fajín) y guantes blancos: “Se limpian cada año, pero son telas muy resistentes que ya estaban aquí cuando yo llegué hace 41 años”, puntualiza.
Otra de las encomiendas de Hortensia es examinar los accesorios del carro. Supervisa el traslado desde la cofradía del dorsel de terciopelo donde se apoya la cruz, una donación de la familia Durán. Limpia y saca brillo a los candelabros y a sus tulipas. Además el Cristo saldrá engalonado con la medalla de oro de la ciudad y cambiará su corona de plata por la tiara con incrustaciones de piedras preciosas de las joyas regaladas por los fieles.
En el tema de los arreglos florales está tranquila. “Cuando yo empecé en la Cofradía ya se encargaba directamente Flores Casablanca; desde hace unos años las ofrece Remolcanosa”. Son claveles rojos y blancos que forman la bandera de Vigo al frente y en la parte trasera del carro.
El domingo es el día de mayor actividad. Llega a la Cofradía a primera hora de mañana, y tras un breve descanso para comer, regresa al Casco Vello. Hortensia reconoce que es un día muy largo: “Antes hay que comprobar que todo esté en su sitio y cuando la procesión sale, tengo que quedarme para preparar el cátering a los chicos; al final ya pasa de la medianoche; entonces cierro la puerta y echo la llave, para recoger ya hay tiempo al día siguiente”.
Los años y la experiencia le ayudaron a tomarse los momentos previos con calma: “Ahora ya no me pongo nerviosa, las cosas salen con tranquilidad”, señala.

 

 

Fuente: Atlántico Diario

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