El fervor por el Cristo se refuerza con una marea humana

La multitudinaria procesión duró cerca de tres horas – El obispo recordó a las víctimas del accidente de Angrois y destacó el “extraordinario ejemplo de solidaridad” de sus vecinos

Vigo y comarca fijaron ayer su vista en el Cristo de la Victoria. La ciudad se detuvo a su paso. Y los fieles demostraron que la devoción olívica goza de una salud de hierro. Decenas de miles de personas tomaron en las últimas horas el corazón de la ciudad para rendir un sentido homenaje al Santísimo. La marea de devotos fue tal que el Concello anotaba a última hora que se había registrado “más afluencia que nunca”. La misma impresión compartían los organizadores. En 2012 ya habían seguido los pasos de la imagen cerca de 350.000 personas. La mejor prueba de una procesión histórica la ofrecían los barrios del casco histórico: Cuando el Cristo atravesaba O Berbés desde la calle Real, la cola de la procesión hacía esquina aún en la Colegiata y se perdía rumbo a Porta do Sol.

Las calles dieron muestra de la afluencia… Y del sentimiento. La estela que dejaba el Cristo a su paso la componían devotos de todas las edades. En los rezos se entremezclaban incluso los acentos. Fue la nota de color que envolvió una organización estudiada al milímetro. Fiel a la tradición, la imagen salió de la Concatedral a las siete y media de la tarde entre el tañer de las campanas y la melodía de las gaitas. Le abrían el cortejo el estandarte –portado por el ex presidente del Celta Ignacio Núñez–, a escasos metros de la Hermana Mayor de la Cofradía, Marora Martín-Caloto. Tras él, una marea de fieles seguida por sacerdotes; el obispo, Luis Quinteiro Fiuza; y, a poca distancia, la representación institucional. Se contaban entre sus componentes, el alcalde; Abel Caballero; ediles del PSOE y el PP. Asistieron también el presidente del Puerto, Ignacio López-Chaves; el valedor do cidadán, Luis Espada Recarey; la ex alcaldesa Corina Porro; la directora de la Entidad Estatal del Suelo, Lucía Morales; y el subdelegado del Gobierno, Antonio Coello. Les marcaba el paso el edil popular Alejandro Pérez, el más joven del Concello.

La procesión avanzó por O Berbés, Cánovas del Castillo y Montero Ríos al compás de los tambores y el ritmo de los soldados de la Brilat. No era la única banda sonora. Potentes altavoces alternaban la lectura del Evangelio con rezos y reflexiones. “Acoge los esfuerzos de quienes han hecho del mar su lugar de trabajo; hazlos llegar a buen puerto y que la Virgen del Carmen sea la luz que los guíe”, predicaba cuando la imagen se aproximaba a A Laxe. La respuesta le llegaba de inmediato desde los muelles. Los buques atracados hacían resonar sus sirenas al paso del Santísimo. Decenas de curiosos seguían y comentaban cada uno de esos pequeños detalles desde la pasarela que conecta el Casco Vello con el Centro Comercial A Laxe.

El ambiente era propicio para una procesión histórica. El cielo perdonó. Y no solo eso; durante toda la tarde lució un sol radiante acompañado por una temperatura agradable. Pasadas las nueve, cuando la imagen ascendía por Colón rumbo García Barbón se disfrutaba aún de un mercurio propio de agosto. Ya a las diez de la noche una multitud que se extendía hacia Alfonso XIII recibió en Porta do Sol la imagen. Allí el obispo dirigió una homilía a los fieles que enlazaba reflexiones sobre el ejemplo que ofrece el Santísimo Cristo con problemas acuciantes del día a día, como la lacra del paro; o desgracias recientes, como el descarrilamento de Angrois.

No fue la única mención de Quinteiro Fiuza al siniestro de Santiago. Horas antes, durante la misa cantada oficiada conjuntamente con el arzobispo de Tánger, Santiago Agrelo Martínez; el obispo hacía mención al desgraciado accidente. “Queremos ofrecer nuestra eucaristía por las víctimas mortales, la recuperación de los enfermos y la paz de las familias”, anotaba el responsable de la diócesis. La cantidad de fieles que abarrotaban la Colegiata ya entonces –a las once de la mañana– hacían presagiar la marea humana que acogería al Cristo durante su marcha por las calles de la ciudad.

La procesión ofrecía ayer una combinación mágica de fervor religioso y alegría. Saludaban a la imagen bombas de palenque y la expectación inquieta de los fieles. La terraza del Centro Comercial A Laxe, la pasarela que la enlaza con A Pedra o la balconada de la Estación de Ría daban buena prueba de ella. Otra muestra del regocijo con el que Vigo acoge el paso de la imagen por sus calles se registró en la estrecha Rúa Real. Los devotos intentaban acariciar al Santísimo desde los balcones; mientras, otros vecinos de la Concatedral arrojaban pétalos de rosa al paso de la sagrada imagen. Incluso los niños se arremolinaban a los márgenes de la calle o alzaban el cuello, erguidos sobre los hombros de sus padres, para seguir de cerca al Santísimo.

Ya por la noche, cuando sobre las diez y media la imagen regresaba a la Concatedral, algunos fieles se despedían del Cristo lanzándole besos o agitando las manos. Su entrada en el templo estuvo precedida de la marea de gente que, poco a poco, había ido terminando el itinerario. Durante todo el día el recorrido desde la Colegiata a Porta do Sol acogió a fieles que caminaban, en silencio, cirio en mano.

La cita movilizó a 60 agentes de la Policía Local y 35 voluntarios
Las decenas de miles de personas que moviliza cada año el Cristo requieren de un cuidado y meticuloso dispositivo. Antes, durante y después de la procesión. Ayer 60 agentes de la Policía Local –el doble que un domingo habitual– y 35 voluntarios velaron por la seguridad de la procesión. A ellos se suman los trabajos de otros empleados municipales para preparar el recorrido –retirar farolas que puedan estorbar el paso de la imagen, baldear las calles, etc.– y los de Protección Civil.

Otra labor silenciosa pero igual de vital es la de los responsables de guiar la carroza del Cristo por las calles de la ciudad. Ayer se encargaron de esa tarea 16 personas coordinadas por un “carrero” –el responsable de marcar el rumbo–; otras cuatro van dentro para garantizar que el recorrido con salida y origen en la Concatedral se finalice sin la menor incidencia. Para ello fue necesario, al igual que otros años, cortar el tráfico en los viales afectados durante varias horas.

Fuente: Faro de Vigo

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