El Cristo, entre multitudes en Vigo

Los vigueses no le fallaron al Cristo de la Victoria. Un año más, los devotos que acudieron a la cita del primero domingo de agosto se contaron por miles. Antes, durante y después de la procesión oficial, los fieles hicieron el recorrido circular con salida y llegada a la Concatedral que pasa por el corazón de la ciudad en un ir y venir que se prolongó más de 24 horas.

Tocaban las siete y media en punto cuando el Cristo asomaba por la puerta de la Concatedral. Con calma y cuidado alcanzaba el atrio. Allí le esperaban las autoridades civiles y la banda de la Brillat, que interpretó el himno de España. A continuación, la comitiva se dirigió por la rúa Real, el tramo más complicado del itinerario. Tres monaguillos abrieron la marcha portando la cruz procesional. Les seguían los representantes del Sindicato de Representantes del Comercio con su presidente, José Manuel Lorenzo Morales, portando el estandarte del Cristo, junto a la secretaria, Esther Rodríguez, y al vocal, José Manuel Moreiras, que sostenían los cordones. Mucho más atrás, el carro, portado por doce cofrades (cuatro en el interior y ocho en los laterales), descendió a ritmo lento y bajo las indicaciones del titular carrero Carlos Borrás. Miles de vigueses hicieron la procesión tras la imagen.
Al final, procesionaron los representantes religiosos, encabezados por el párroco Moisés, junto al obispo Luis Quinteiro Fiuza y con la presencia de Monseñor Rodríguez Carballo, y las autoridades civiles, dirigidos por el conselleiro Alfonso Rueda, el alcalde Abel Caballero y el ex-regidor Ventura Pérez Mariño. Cerraron la comitiva la banda de la Brillat.
En O Berbés esperaron pacientemente miles creyentes con sus velas encendidas para incorporarse al paso. Colectivos como las damas de la Cofradía, de negro y con mantilla, la Policía local con uniforme de gala, la Orden dos Cabaleiros, la Cofradía del Jesús del Silencio y las bandas Unión Musical de Coruxo y la portuguesa de Penafiel también eligieron este punto para sumarse a la procesión. Una vez finalizadas las salvas marineras en honor al Cristo, la marcha continuó.
El resto del trayecto fue más ágil a través de a Cánovas del Castillo, As Avenidas, Arenal, Colón y Policarpo Sanz, que con el tráfico cortado, mostraba un paso constante de devotos repartidos a ambos lados de la calle. Durante horas se mantuvo la procesión, finalizando para muchos incluso antes de que la imagen saliese del templo.
En la Porta do Sol tuvo lugar la otra parada del Cristo. Mujeres y niños con traje regional entregaron las ofrendas florales y con la interpretación emocionada del himno se despidieron de la talla que emprendió el descenso de vuelta a la Concatedral por la Praza da Constitución y la rúa Triunfo. Allí, los cofrades, ya en la intimidad, subieron al Cristo al altar mayor donde permanecerá hasta el año que viene.

Fuente: Atlántico Diario

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