Discurso de la Hermana Mayor en el pregón 2016
Excmo. Sr. Alcalde, Querido Anfitrión y Corporación Municipal.
Excmo. Sr. Obispo de Nuestra Diócesis.
Sr. Pregonero.
Sr Guardián del Cristo.
Dignísimas Autoridades.
Cofradía del Santísimo Cristo de La Victoria de Vigo.
Amigas y amigos,
Como todos los años, quiero empezar por agradecer a nuestro Alcalde y a la Corporación Municipal, su incondicional e imprescindible apoyo y su acogida en este bellísimo Pazo, que luce especialmente en un día tan soleado como la mayoría de los que este sorprendente verano nos tiene acostumbrados.
Este año, durante la novena, hemos contado con las enseñanzas y reflexiones de Don Vicente Altaba Gargallo, delegado episcopal del Consejo General de Cáritas Española. Le agradecemos que nos haya dedicado su tiempo, en este año santo, Jubileo de la Misericordia, virtud que es la inclinación a sentir compasión por los que sufren y ofrecerles ayuda.
Al hilo de la misericordia, aprovecho para presumir de mi ciudad, sus gentes, nuestros antepasados, haciendo mención a una gesta solidaria de los vigueses que emocionó a la España de 1898. El desastre del 98 sumió a España en una profunda crisis moral y social y, según el Instituto de Estudios Vigueses, como consecuencia de la batalla, llegaron desde América, a un Vigo de unos 17.000 habitantes casi 22.000 soldados heridos, que desembarcaron a lo largo de tres meses, y que fueron espontáneamente acogidos y atendidos por el pueblo de Vigo, que los alojaba en sus propias casas, cuidándolos, curándolos y confortándolos. Esta hazaña le valió a la ciudad sumar a su lema el título de “Siempre Benéfica”, mediante Real Decreto firmado por la entonces Regente María Cristina.
Don Vicente, este breve recordatorio de nuestra historia quiere servir para decirle que, en esta ciudad, está Ud. como en casa y recordarles a los jóvenes que el que Vigo sea importante no es por casualidad.
Muchas gracias D. Vicente.
No se si será correcto el verbo “Viguear”, pero con permiso del Alcalde y del Obispo me voy a permitir esta licencia, ya que en mi opinión, Viguear es la mejor forma de definir la actuación de José Luciano Martínez Covelo a lo largo de su vida.
Entre otros cargos, Luciano dirigió la fábrica de motores de Hijos de J. Barreras, que es una de las empresas referentes en Vigo. Fue presidente ejecutivo del grupo de empresas Álvarez, presidió SODIGA, HUNOSA y Minas Figaredo, para después volver a Vigo y asumir la dirección general de VITRASA. Actualmente Luciano preside el clúster de empresas de automoción de Galicia, sector que es uno de los pilares que sostienen nuestra ciudad.
Además de su trayectoria empresarial, quiero destacar que Luciano acompaña desde hace 50 años a nuestro Cristo, cuando sale a pasear entre su pueblo el primer domingo de agosto.
Luciano, te agradecemos que nos honres portando el estandarte del Santísimo Cristo, acompañado del futuro, que son tu hija y tu hijo.
Muchas gracias a los tres.
En la Biblia el vino aparece ya en el Génesis “Jehová le dio la vid a Noé para suavizar su destino”, y no poca atención merece el hecho de que el primer milagro de nuestro Señor, realizado a instancia de su madre, haya sido convertir agua en vino.
Nuestro compatriota Séneca dijo del vino que “lava nuestras inquietudes, enjuaga el alma hasta el fondo y asegura la curación de la tristeza” e Hipócrates, padre de la medicina, aseguró que “el vino es una cosa maravillosamente apropiada para el hombre si, tanto en la salud como en la enfermedad, se administra con tino y en la justa medida”. Por su parte, Sir Alexander Fleming aseguró que “si bien la penicilina cura a los hombres, el vino los hace felices”.
Con esta introducción a la importancia del vino en nuestra cultura, caldo del que yo personalmente me declaro incondicional admiradora, quiero presentar a nuestro pregonero. José María Fonseca Moretón, que nos ha honrado aceptando la invitación.
Este vigués de origen orensano ha conseguido algo que necesita de muchos ingredientes, pero más que ningún otro, de bonhomía y entusiasmo.
Galicia, cuna de los mejores vinos, se desnortó y el vino de toda confianza no era como para confiar mucho en él. Sin embargo, José María sublimó la uva albariño, la uva caiño y la uva loureiro y con su mezcla nos regaló Terras Gaudas, con la uva albariño, Abadía de San Campio y con la Caiño, la Mar.
Apoyada por las citas de un filósofo hispano romano, un médico de la antigua Grecia y un científico contemporáneo, y en mi condición de farmacéutica, me permito afirmar que el vino es un elemento básico de la dieta mediterránea, un alimento que contiene alcohol pero que no es una bebida alcohólica y que cuando está bien hecho, como es el caso de los caldos que produce José María, resulta de lo más saludable, consumido con moderación.
José María, te damos las gracias por tu trabajo y por haber aceptado pregonar hoy la salida de nuestro Cristo.
Quiero acabar con una breve mención al horror que últimamente estamos sufriendo en la piel de nuestros países vecinos, elevando una súplica a nuestro Cristo de la Sal para que este Jubileo de la Misericordia traiga compasión, tolerancia y respeto y, con ellos, la paz.
MUCHAS GRACIAS