LA PROCESIÓN DEL CRISTO DE LA VICTORIA CONGREGA A MILES DE FIELES

El Santísimo Cristo de la Victoria salió de la Concatedral a las 19.30 horas en medio de una gran expectación por parte de sus seguidores. Una multitud inmensa colapsó todos los alrededores de la céntrico templo de Vigo para ver la salida de la procesión. Fueron de tres horas de paseo con la imagen entre multitudes.

Algunos devotos se quedaron atrapados en las calles, repletas de fieles, y no pudieron avanzar desde las calles Cesteiros y Triunfo. Por ejemplo, dos miembros de la cofradía, Rosa Fernández y Carmen Alonso, que iban ataviadas de mantilla negra, tuvieron que dar un rodeo para llegar a O Berbés para sumarse a la comitiva.

 Por la megafonía, sonaron diversos cánticos y volteo de campanas para expresar la alegría por la salida de la talla. El altavoz ha invitado a los fieles a compartir las alegrías y las penas, las esperanzas y las frustraciones de todos los vigueses.

Todas las cafeterías de la zona quedaron repletas de curiosos o devotos que querían seguir desde puntos estratégicos el paso de la Procesión.

 Devoción desde primera hora

La Policía Local de Vigo se ha visto obligada a tomar medidas para desviar el tráfico al segundo carril de la avenida de Beiramar después de que cientos de romeros invadieran la calzada desde las siete de la mañana de hoy y de forma ininterrumpida. La misma escena se vio en todo el Casco Vello pero la afluencia fue tan masiva en algunas calles que la Policía Local tuvo que desviar los coches para dejar pasar a los devotos que portan sus cirios y velas para pedir promesas o mostrar su fervor. El párking del Berbés es inaccesible por la riada de fieles y el de A Laxe está saturado.

Durante la mañana el cardenal Carlos Amigo y el  obispo Luis Fiuza, oficiaron la misa solemne y, por la tarde, llegarán muchos miles de personas a Vigo para participar en la procesión del Cristo de la Victoria, la más multitudinaria de la ciudad. Millares de fieles han completado esta mañana el recorrido y han asisitido a alguna de las misas, ya que la concatedral es la sede de varias celebraciones.

A la salida de la celebración eucarística, el alcalde, Abel Caballero, ha manifestado que la jornada está transcurriendo tranquila y ha puesto en valor el trabajo de 65 policías locales y 15 miembros de Protección Civil que están atentos a cualquier incidencia. Los agentes van a prestar especial vigilancia a la posible presencia de carteristas en las aglomeraciones de estas tarde. El regidor ha señalado que el día de hoy es una manifestación de cómo es Vigo desde el punto de visto sociológico con sus tradiciones y su fe.

La procesión salió de la concatedral a las siete y media de la tarde gracias al carro de la familia Sanjurjo, que mantiene la tradición de la mano del abogado Carlos Borrás. Completó su recorrido horas después. Solo para llegar a O Berbés, el cortejo empleó una hora. Ataviado con chaqué, el médico Javier González Babé llevaba el estandarte. Unas cincuenta personas con trajes regionales de gala portaron las flores que se ofrecieron al Cristo y la Unión de Valladares puso la música de fondo a la emotiva escena en la que destacaban las mantillas negras de las mujeres de la cofradía.

La procesión del Cristo de la Victoria es la mayor «protestación de fe» que existe en España, en palabras del cardenal Carlos Amigo Vallejo. Es decir, es la mayor confesión pública multitudinaria porque aunque el Rocío congrega a mayor numero de personas, tiene una gran componente lúdica.

 El cardenal Amigo ofició la Eucaristía ayer al mediodía y su homilía fue seguida por centenares de personas que abarrotaban el templo, entre ellas el alcalde, Abel Caballero.

La Policía Local desvió el tráfico por todo el centro para dejar pasar a los devotos que portaban sus cirios y velas para pedir promesas o mostrar su fervor y agradecimiento «porque tenemos salud», señalaban María José Lorenzo y su pareja.

Millares de fieles completaron el recorrido ya por la mañana porque se pasaba menos calor y era más rápido, apenas 45 minutos.

El alcalde, Abel Caballero, que participó tanto en la misa como en la procesión, dijo que el día de ayer «es una manifestación de cómo es Vigo» desde el punto de visto sociológico con sus tradiciones y su fe.

 Al término de la procesión, en la Porta do Sol el obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro, rezó una plegaria en la que recordó que el Cristo lleva 217 años saliendo por las calles y le pidió «esperanza y alegría para nuestros jóvenes y para nuestras familias» y le rogó que nos conceda «vivir en una ciudad donde nadie se sienta explotado».

Si Sevilla tiene un color especial, O Berbés no le va a la zaga. Si no que se lo pregunten a la comitiva de 16 sevillanos cofrades que ayer acudieron a la procesión. Fernando Jiménez, líder del grupo, señalaba que «descubrí la procesión del Cristo de la Victoria por casualidad en 2002 y ahora somos un grupo que venimos todos los años». Jiménez considera que el Cristo de la Victoria no es comparable con la Macarena de Sevilla donde apenas se reúnen 3.500 personas.

En cambio, en la procesión de Vigo se calculan entre 150.000 y 200.000 fieles, según estimaciones de Antonio Reguera, hermano mayor del Silencio y miembro de la cofradía del Cristo de la Victoria. Y es que el cortejo de velas comenzó el sábado al anochecer cuando O Berbés ya estaba iluminado por el titileo de las velas. Reguera parafraseó al arzobispo Carlos Amigo señalando que «el Cristo es algo infinito para todos los vigueses. Ojalá escuche todas las peticiones y necesidades, que son muchas». El presidente de los comerciantes de la provincia lleva desde los catorce años saliendo en la procesión. «Cada año impresiona más ver cómo el pueblo de Vigo se postra ante el Cristo», manifestaba.

La afluencia de penitentes era tan continua a las puertas de la concatedral que la mujer que solicitaba limosna en el atrio se sentí casi obligada a colaborar con el reciclaje de los protectores de las velas. El colapso en la salida hacía que no se pudiese caminar por las calles aledañas como Triunfo o Cesteiros.

El centro de Vigo estaba ayer jalonado de puestos de venta de cirios. Los precios iban desde un euro, que es lo que costaban las velas pequeñas, a cinco euros las grandes, que alcanzan 1,72 de altura. «Yo traigo todos los años la misma vela», señalaba José Lorenzo Cabaleiro, con 73 años y dos operaciones de columna y cadera a cuestas. Ahora su cirio mide apenas 50 centímetros pero cuando comenzó era tan alto como él.

María del Carmen Rivas, cerera de Santiago, explicaba que para que ardan y no se apaguen «tienen que tener una parte de parafina en su composición». Rivas heredó el oficio de sus antepasados. Su bisabuelo fue el primero de la familia en montar una cerería.

La masiva afluencia de personas obligó a desmontar las terrazas de los locales de hostelería a lo largo del recorrido ya desde por la mañana, aunque hubo alguna excepción que prolongó la apertura hasta la tarde.

En la procesión se dieron cita no solo participantes en el cortejo sino personas como José Ramón Prado Mouriño, un mimo que dejó su oficio y ahora solo lo pone en práctica en este fecha, ataviado con traje negro y cara blanca mientras actuaba con música religiosa.

En Montero Ríos miraba la procesión el portavoz del récord de manifestaciones en Chapela. Ni sumándolas todas igualan a la demostración de fe de ayer.

Fuente: La Voz de Galicia

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